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martes, mayo 02, 2006

 

Concierto para cinco sentidos


Quinto Movimiento


Desde hace mucho tiempo

oigo caer una gota de sangre repetida, serena;

una gota de sangre transparente, pero sangre:

una gota o el hilo

en que la piedra envía su mensaje a la piedra.

La horadación,

el presente repetido hasta lo eterno

(cada vez, cada fracción de vez)

en el mismo —preciso— punto del espacio,

(ese punto sólidamente oscuro que es la piedra:

retrato compactado del espacio)

condensación del más nítido sueño que soñó el universo.

Una gota de sangre transparente

hace vibrar diminutas partículas del aire;

desplazadas de su lugar dejan atrás vacío para incrustarse

en una onda y otra y la siguiente.

Avanzan y chocan, retroceden.

Una gota que cae es la punta de flecha:

atina al corazón y lo atraviesa un poco:

un poco en cada repetido instante en que se es

el filo de un diamante líquido

y el arma para hendir las tinieblas:

ser instrumento que se llama "golpe" y es palabra:

una gota que cae con filo suave sobre la oscura cáscara del pensamiento:

ser otro ser que no es ser-individuo ;

parvada que es y no es un pájaro:

concede paso al aire y se lo quita.

Una gota que cae es una isla: huye del continente y se dirige

en su fragmento de eternidad-de-cosa-única, hacia otro continente:

más inasible, más anónimo: Inescrutable.

Una isla que borró su linaje.

Una isla que marcha sin volverse

aunque comprenda que se aleja del origen,

para ir

hacia el fin,

irrevocablemente.

Una gota que cae se llama gota al caer:

(antes no tuvo nombre; después, no lo tendrá):

una gota al caer adquiere límite: tiembla;

todo dentro de sí se llama gota:

todo afuera amenaza su existencia.

Una gota es la línea que bordea al derramarse

la forma en que se abraza: delinea y oscurece.

Adhiere su materia a otra materia y cae:

dudando o sin dudar se precipita:

dibuja mientras baila vertical, hacia su propio fondo.

La que se aparta de sus iguales,

la que no niega su origen, la mutante.

Una gota puede, con su existencia, retar al mar:

es un mar en potencia:

alberga en su interior paisajes varios y más aun: los alimenta.

Todo dentro de sí se mueve según su propio impulso:

se desatan tormentas pero nadie las nota, porque son íntimas.

Una gota que cae se mueve desde adentro y se desprende,

porque no alcanza para uno el movimiento de hacerse dos.

Una gota que cae se desprende y queda, en su viaje al afuera,

unida para siempre al lugar donde duelen los deseos

(porque son carne, aunque no tengan peso).


 

Fifth Movement" from Concerto For Five Senses by Raquel Olvera

translated by Hayden Leaman and Patricia Kelso

A long time ago

I heard a drop of blood fall repeatedly, calmly,

a drop of transparent blood, but it was blood:

a drop or a thread

by which stone was sending its message to stone.

The piercing, the present repeated until eternity ( each time, each fraction of time )

in the same precise point of space

(that solidly dark point which is the stone, a likeness compressed from space),

a condensation of the clearest dream that the universe dreams.

A drop of transparent blood

makes tiny particles of the air vibrate;

shifted from their place they leave behind an emptiness to be inlaid

in one wave and another and the next one.

They advance, and crash, and retreat.

One drop that falls is the point of an arrow that hits the heart and pierces it a little:

a little in each repeated instant in which it is

the thread of a liquid diamond

and the weapon to split the darkness:

to be an instrument called a "stroke" which is a word:

a drop which falls with a smooth cutting-edge on the dark shell of thought:

to fall and to roll; to be no longer the same, to be now another:

to be another essence which is not individual-being

but a multitude which is - and is not- a bird:

it gives way to the air, and moves away from it.

A drop which falls is an island: it escapes from a continent and makes its way

within its fragment of eternity-of-uniqueness, towards another continent,

more inaccessible, more anonymous: Inscrutable.

An island which erased its lineage, an island which moves forward without turning,

although it knows that it moves away from its source,

to go irrevocably towards the end.

A drop which falls is called a falling drop:

(previously, and afterwards, it has no name):

a falling drop acquires a limit: it trembles;

everything within it is called a drop,

everything outside it threatens its existence.

A drop is the overflowing border of the form it embraces: it delineates and obscures.

It joins its substance to other substance and falls:

doubting or not, it rushes down:

it draws a line and dances down to its end.

What moves it away from its fellows,

what does not deny its beginnings,

is the force of change.

A drop can, with its existence, challenge the sea: it is a potential sea:

it shelters different landscapes within itself, and even more: it feeds them.

Everything within it moves according to its own impulse:

storms break out but nobody observes them, because they are secret.

A drop that falls moves from within and is detached,

because, being one, its movement never is sufficient to become two.

A drop that falls is detached, and in its journey outwards

is forever united to the place where yearnings are grieving

because, though weightless, they themselves are flesh.


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